Curioseaba la prensa cuando saltó a mi vista la triste noticia del fallecimiento de Elie Wiesel. El célebre escritor, conferencista y sobreviviente del Holocausto murió el sábado en Nueva York, donde vivía con su esposa Marion. Tenía 87 años.
El célebre autor de Noche, su primera obra publicada originalmente en Francia en 1958, recogió sus recuerdos y sus memorias del Holocausto nazi. Oriundo de Rumania, su familia tuvo hondas raíces judías y jasídicas.
En 1944, a los 15 años de edad, fue deportado por los nazis junto con su familia al aterrador campo de exterminio de Auschwitz, de ingrata memoria, en Polonia. Acabó después en el no menos sobrecogedor campo de Buchenwald, del que fue liberado en 1945 por las tropas norteamericanas. De su familia inmediata solo sobrevivieron dos hermanas. Y empezó entonces otra etapa en la azarosa existencia de Wiesel.
En estas cortas líneas, he querido proporcionar al lector una idea general sobre los giros iniciales en la vida del magistral escritor. Posteriormente, expuso en sus novelas, en sus ensayos y conferencias su denuncia por los hechos de la Shoah, el Holocausto. Con su voz veraz e incuestionable, Wiesel quiso ayudar a perpetuar la memoria de millones de judíos europeos asesinados por la maquinaria de la muerte del nazismo y después del comunismo soviético. Sus cuarenta años de cátedra universitaria en Boston fueron un campo que él amaba y que floreció con sus ideas y aportes.
Elie Wiesel fue honrado por el mundo que reconoció su obra para preservar las voces y recuerdos de épocas oscuras pero siempre vigentes. Entre la infinidad de reconocimientos, premios y distinciones, recibió la Medalla del Congreso norteamericano, la Legión de Honor francesa, el Premio Nobel y otros cuyo detalle resulta difícil enumerar en este espacio.
En todo caso, Wiesel era un hombre modesto y nunca anduvo alardeando de sus preseas. Años más tarde, vino a Costa Rica invitado por Ciapa, institución que tanto ha deparado al país. Sobra señalar que el público invitado llenó los salones de Ciapa, en esta ocasión organizada para honrar la memoria de doña Doris Stone, cuya filantropía hizo posible crear la institución. Su hijo, Samuel, fue para mis colegas y para mí un hermano y maestro con quien siempre tendremos una deuda fraternal. Y Wiesel hizo de su conferencia una lección para las generaciones.
Por eso, y por sus grandes méritos, siempre recordaremos a Elie Weisel con profundo respeto y afecto.