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Commentary
La Nación (Costa Rica)

Políticos Resucitados

Algunas funerarias en Estados Unidos han empezado a ofrecer el servicio de “revivir” a los difuntos. Así, por ejemplo, en un reciente velorio, parientes y amigos de una dama fallecida, la encontraron sentada frente a una mesa y engalanada como para un festín. En una de sus manos sostenía una botella de su cerveza preferida y, en la otra, una caja de cigarrillos. Al fondo, una rocola repetía una y otra vez Blue Moon, la tonada predilecta de la homenajeada.

Dichas producciones han alcanzado cierta popularidad entre algunos sectores del público. Además, auguran crecientes ganancias para los promotores. Sin embargo, no pasan de ser experiencias efímeras que igualmente despiertan críticas.

‘Resurrecciones’ en política. En todo caso, la noticia invita también a pensar en los usos prácticos de las “resurrecciones”, sobre todo en el ámbito de la política. De hecho, es lo que pretende hacer ahora el primer ministro de Irak, Nouri al-Maliki.

Maliki busca hoy prenderse de la corriente musulmana chiita que predomina en Irak para ver qué consigue. Exiliado en Siria e Irán en los tiempos de Saddam Hussein, retornó a su país tras la caída del dictador y ayudó a gestar un partido político que lo llevó al Parlamento de la emergente democracia.

Ese fue eventualmente su camino al cargo de primer ministro de Irak, primero en el 2006 y después en el 2010, a la cabeza de una coalición que, además de los mayoritarios chiíes (60% de la población), incluía suníes (32%) y los influyentes curdos que deseaban consolidar un gobierno regional autónomo. Sobre todo, esta composición parecía llenar el requisito clave para desarrollar un gobierno nacional, como demandaba la comunidad internacional.

Desafortunadamente, Maliki pronto se salió del cauce para tomar un curso ultrachiita en perjuicio de los suníes. Esta ruta corrió pareja a un creciente antagonismo con Washington, patente en su rechazo de una presencia estadounidense reducida para apoyar y adiestrar a las fuerzas oficiales iraquíes.

Sectarismo. El sectarismo promovido por Maliki condujo a la crisis que hoy desangra a Irak. La invasión de un ejército de yihadistas suníes, denominado Estado Islámico en Siria e Irak (conocido como ISIS por sus siglas en inglés), también ahondó la ruptura de Maliki con la comunidad suní de Irak.

El rápido desplazamiento del ISIS se ha hecho patente durante los últimos días con la ocupación de numerosas ciudades de importancia estratégica, además de aeropuertos y la mayor refinería. Esta cuasi victoria conlleva el control de las principales vías a Siria y Jordania, a la vez que facilita el avance hacia Bagdad.

El balance hasta la fecha apunta al ocaso de Maliki en el Estado iraquí. Entre tanto, los chiíes ahora han despertado a las milicias fanáticas del clérigo pro iraní Mokhtadar, con 10.000 integrantes en su pasado estelar, para enfrentarse al ISIS. Por otra parte, las tribus suníes han facilitado la marcha del ISIS en Irak.

Otro resultado de la dinámica que se ha creado entre el ciclón en Irak y la guerra en Siria ha sido la creciente desaparición de la línea fronteriza entre ambos países. Incluso, para ser más exactos, las líneas provinciales internas de esas naciones también tienden a esfumarse. Los mapas se han tornado añejos y, muchas veces, inservibles.

Odiado y rechazado. Y ¿Maliki? Su oportunismo lo empuja a buscar figuración en el chiismo iraquí. Sus colegas parlamentarios desean librarse de él para establecer un gobierno al gusto de Estados Unidos y las potencias europeas. Aun así, Maliki insiste en resucitar políticamente y a toda costa. Odiado por los suníes, despreciado por los estadounidenses y rechazado por poderosos chiíes, exprimirá lo que queda de su desgastado cargo hasta la última gota. Persiste, no obstante, un entrabado problema: su celo sectario que nadie lo olvida. Quizás, las funerarias del milagro podrían ayudarlo.